No existe algo más hermoso y más
grandioso que el amor. Si hemos quedado heridos en su nombre, es porque algo
ajeno al amor ha andado de visita en nuestra mente y ha interrumpido su amorosa
y dichosa energía que fluye naturalmente desde el corazón.
Muchas veces, en medio de las complicaciones,
pensamos que el amor se ha ido, que nos ha abandonado y que por eso sufrimos.
Pero el amor no puede abandonarnos nunca porque estamos hechos de amor, si eso
sucediera moriríamos. Lo único que nos puede hacer sufrir es creer que se ha
ido.
Nuestros pensamientos están siendo
muy limitados cuando creemos que el amor puede ir y venir como si fuera un
visitante muy importante que en algún momento nos bendice con su presencia y
que en cualquier momento se va dejándonos el sabor amargo de su partida. Cuando
quedamos heridos es porque nos hemos confundido, hemos pensado que el amor es
ese sentimiento basado en la imagen idealizada de nuestra pareja, la que tarde
o temprano tendrá que desaparecer.
Toda imagen idealizada se esfumará
con el tiempo y quedará la persona real frente a nuestros ojos, con todo su ser
en evolución. Este ser real no calza con
la imagen perfecta que hicimos de él y es cuando el amor debe hacer un giro
radical, que pasa por un acto de voluntad, más que por un hechizo de Cupido.
El amor de pareja se convierte en una
pesadilla si insistimos en querer seguir manteniendo esa imagen idealizada de
nuestra pareja y se convierte en una bendición si entendemos que se han de
encontrar dos mundos absolutamente diferentes con la finalidad de emprender un
nuevo rumbo construido por los dos. Este nuevo mundo se crea por medio de la
voluntad y por medio de la decisión de querer lograr entendimiento. Los sentimientos
acompañarán la nueva vida en común, pero el entendimiento los guiará. Sin entendimiento se perderán y la aventura
terminará en dolor.
Sin entendimiento habrá discusiones
sin resolver, malos entendidos, quejas y reclamos, acusaciones y odio. Con
entendimiento, habrá superación, consenso, equilibrio, crecimiento y paz aun en
medio de grandes desafíos.
Las heridas más profundas y más
dolorosas son aquellas que se han formado a base de mucho tiempo de resignación
e impotencia para resolver los inconvenientes al interior de la pareja, después
de que ha faltado el entendimiento.
Estas heridas nos pueden enseñar
mucho, pero en realidad no es necesario aprender por medio del dolor. Podemos
aprender las mismas lecciones en medio del entendimiento y con seguridad
aprenderemos mucho más. Si en vez de
sentirnos heridos tratamos de comprender lo que sucede, avanzaremos en medio de
un ambiente grato y amoroso que facilitará todo el proceso. Si bloqueamos la
buena voluntad para ver más allá de las aparentes heridas, estaremos bloqueando
la fuerza del amor que puede hacer milagros.
No es el amor el que se va, somos
nosotros los que bloqueamos su actuar. Nosotros decidimos a voluntad que ya no
queremos más, que ya no soportamos más, que eso sea insostenible y que sea
imposible de mejorar. El amor no piensa así. El amor es la única fuerza capaz
de sobre ponerse a cualquier circunstancia, es lo único que resuelve y lo único
que funciona. Si en estos momentos no queremos aceptarlo así, la vida nos dará
una nueva oportunidad hasta que lleguemos a comprender que sin su ayuda no
podemos triunfar.
Nosotros no vemos la realidad
completa y por lo tanto tenemos una mirada parcial de lo que está sucediendo.
Creemos que nuestra pareja nos puede herir sin darnos cuenta de que somos
nosotros los que estamos fijando los ojos en lo negativo que renegamos en
nosotros mismos y que es reflejado por la pareja. Estamos tan convencidos de
que el otro está mal, que ni siquiera imaginamos que se trate de una ceguera
nuestra.
Que difícil se nos hace aceptar que
nuestras quejas y reproches son producto de todo lo que no podemos soportar de
nosotros mismos. No podemos soportar los errores del otro porque no los
soportamos en nosotros mismos. Nuestras heridas no son generadas por nuestra
pareja, son un producto de nuestra falta de perfección juzgada como defecto. Un
defecto imperdonable frente a nuestros ojos.
El amor no sabe de defectos, el amor
nunca los ve, porque para él todo está muy bien. El entiende que podemos
desalinear nuestras acciones y generar dolor por eso, pero él sabe que eso es
muy fácil de corregir. El amor siempre está dispuesto a mejorarlo todo, está
dispuesto a hacernos crecer, está dispuesto a acompañarnos para animarnos y
para recordarnos que todo es posible de superar.
El amor está siempre dispuesto, pero
nosotros no. Más bien estamos dispuestos a descalificar, criticar y juzgar. No
podemos decir que el amor nos ha abandonado, solo podemos reconocer que no
aceptamos su ayuda y colaboración y debido a esto quedamos heridos de muerte.
Patricia González.
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Gracias por compartir con nosotros los buenos y sabios consejos para mejorar nuestras relaciones con la pareja
ResponderEliminarDIOS los bendiga
las heridas de amor son las más difíciles de cerrar, sobre todo cuando nose encuentra explicación, lo que recomiendo es trata de seguir, porque con el tiempo todo se supera, y es maravilloso lo que viene después.
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